lunes, 29 de octubre de 2007

MASACRE DE BOLETAS

*Por Horacio Minotti

La cultura del corte de boletas, estaba, hasta no hace mucho, muy poco arraigada en el ideario político argentino. En términos generales, los votantes, ingresaban la lista completa, y salvo algunos distritos de la primera sección electoral de la Provincia de Buenos Aires, y la zona norte de la ciudad, el fraccionamiento de los paños de las boletas era un fenómeno extraño. De hecho en la mencionada zona del conurbano bonaerense el corte solía referirse a la mera localía, es decir el votante de San Isidro, por ejemplo; decidía su voto nacional y provincial con toda la boleta, y fraccionaba a la altura del intendente local, no mas que eso. Los números son elocuentes, el corte en todo el país, nunca supero el 4%.
Cuando ingresé al cuarto oscuro, yo votante porteño, el domingo último, creí que un delincuente serial estaba suelto y se había introducido subrepticiamente en esa escuela. Algo así como un “Jack el Destripador de Boletas” había destrozado buena parte de las papeletas para el sufragio y había dejado distribuídos los trozos por todo el cuarto oscuro.
Luego comprobé que mi experiencia no fue única. Los resultados del recuento dieron algunos resultados formidables, que dejaron claro que la masacre de boletas fue un operativo de una legión de Jacks que asolo el país entero.
Del no corte al corte total, debe existir un término medio que por supuesto el ser argentino no conoce. Veamos: en la provincia de Salta, los votantes sufragaron a favor de la formula para gobernador del Frente para la Victoria-Partido Renovador, de Juan Manuel Urtubey y Andres Zottos, terminando con la primacía caciqueril de la familia Romero. No obstante para legisladores nacionales sufragó a favor de los candidatos del Partido Justicialista, del propio Romero.
En Capital Federal, la cosa no fue muy distinta. Para candidato a presidente, el partido PRO de Mauricio Macri, obtuvo menos del 2% de los votos, pero cuando se trato del candidato a senador Carlos Melconian alcanzó un 10% que de todas formas no le alcanzó para entrar, mientras que la lista de candidatos a diputados nacionales, encabezada por Federico Pinedo, obtuvo un 14% y se colocó en segundo lugar. ¿Hubo un voto masivo a favor de la renombrada y prominente figura de Pinedo?. Me atrevo a asegurar que no. Es obra de este monstruo seccionador de boletas que atacó al país.
Para irnos un poco al otro extremo, Tierra del Fuego no fue excepción. Allí, para presidente se impuso la candidatura de Cristina Fernandez con un holgado 54% a favor. Sin embargo, en el voto para legisladores la gente corto boleta y sufragó por el ARI, y por el PAUFE de Luis Patti en segundo lugar, tanto para senadores como para diputados. Los números son elocuentes: hubo gente que voto a Cristina para presidente y a un pattista para senador. Algo así como la cultura del votante orate.
Para terminar con los ejemplos conviene situarse en el distrito de Vicente Lopez en la Provincia de Buenos Aires. Allí existían dos listas que llevaban a Cristina Fernandez para presidente y a Daniel Scioli para gobernador. La del intendente reelecto Enrique “Japones” García y la del sindicalista Víctor Pirillo. El primero se impuso con un 36% de los votos, y el segundo ocupó ese lugar con el 12%. Entre ambos, un obvio 48%. Sin embargo la candidata presidencial salió tercera, detrás de Elisa Carrió que se alzó con un 41% en el distrito y de Roberto Lavagna que tuvo 17%. La locura no termina ahí. El candidato oficial a gobernador logro imponerse, pero solo con un 25% de los votos, saliendo segunda Margarita Stolbizer con 24% y tercero Francisco de Narváez con 23%. Desconcertante.
La Argentina abandonó la etapa del no corte de boleta, para pasar a la masacre de boletas, guíada por un incomprensible voto orate, probablemente impulsado desde la Capital Federal, donde hace tres meses Mauricio Macri se impuso con un 60% en la segunda vuelta para Jefe de Gobierno y el domingo se sufragó masivamente por su antítesis, Elisa Carrió.

AHHHH DE PASO
Y hablando de orates. Varios candidatos salieron a denunciar fraude en estas elecciones, siguiendo el manual del perdedor argentino, que solo pierde con trampa y es ganador moral. Los casos mas justificados entre los que efectuaron tales denuncias, son los del Alberto Rodríguez Saá y Juan Carlos Blumberg. El primero de ellos porque casi desconoce el término. En su tierra los medios de comunicación son independientes, y nunca se les volcó una urna, no hubo dos intendentes en forma paralela en la Capital y terminaron en la Corte Suprema de Justicia de la Nación dilucidando el entuerto, ni han borrado del mapa político a los eventuales opositores, como lo fue en un tiempo el radical Walter Ceballos, al que algunos cientos de vándalos que quien sabe a quien respondían, golpeaban cada vez que osaba circular por las calles.
También Blumberg hace bien en sentirse asustado. Es mas la operación en su contra incluyó que algún imitador suyo declaró en el padrón su inexistente título de ingeniero, porque con el mismo figuraba en el documento público que constituye el padrón electoral. Como es sabido, nadie mas que uno denuncia sus datos en padrón, así que si Blumberg no es ingeniero, y es solo un título que le dio la gente contra su voluntad, algún imitador se hizo pasar por el y lo denuncio ante la Justicia electoral, en otra terrible operación contra el no ingeniero que de paso sacó 0,9% de los votos en la Provincia de Buenos Aires.
Por suerte tenemos a estos dos personajes para avisarnos que existe fraude y que la democracia y la legalidad están en peligro, gracias al cielo.

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