viernes, 18 de abril de 2008

HUMO Y CACEROLA, LA LUCHA ES UNA SOLA


*Por Horacio Minotti

Para los distraídos, vale la pena hacer notar que hace una semana que Buenos Aires esta cubierta por el humo. Hoy es el peor día, cuando venís manejando, desde media cuadra aún no se divisa el semáforo de la esquina. El olor es intolerable y se hace complejo mantenerse con vida, por esa sobredimensionada necesidad de respirar que padece el ser humano.
El Suscripto es un fumador, que padece la exclusión de los lugares públicos por su adicción y no fue precisamente uno de los tantos que festejo la sanción de la norma que impide tal actividad en tales espacios en esta ciudad, porque claro, ser fumador pasivo es algo malo. Escuche por ahí algún especialista explicando que esta humareda equivale a fumarse algo así como ¡¡¡16 cigarrillos por hora!!!, algo así como 350 por día.
-“¿Cuánto estas fumando?
-“Lo mismo que todo el mundo, 17 o 18 ataditos por día”.
Lo que no escuche son las cacerolas. Esto hace un poco mas de daño que el aumento de las retenciones a las exportaciones de soja. Paradójico ¿no?. La última vez que sonó tan revolucionario reclamo en las calles porteñas fue por tal incremento impositivo. Ahora las calles, las casas, los baños, los estacionamientos, los dormitorios, etc están llenos de humo, generado por los productores agropecuarios sojeros que están preparando sus campos para el sembrado.
No digo que sea una conspiración. Digo que al menos, no calcularon que se podía hacer en tanto territorio al mismo tiempo, no calcularon la dirección del viento y tantas otras cosas. Es decir, fue cuando menos una actitud negligente de los productores sojeros. En porteño, se cagaron bien cagado en si por estos lados debemos tratar de no respirar una semana, los mismos tipos por los que buena parte de la Ciudad salió a tocar la cacerola sin entender bien que era lo que defendía.
Que sociedad curiosa la argentina, pero especialmente la porteña. ¿Qué otra causa que no entendemos abrazaremos en el futuro para arrepentirnos luego?, en silencio, eso si, admitir que uno es un nabo tampoco es fácil.

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