martes, 22 de abril de 2008

CRISIS SISTEMICA


*Por Horacio Minotti y María Fernanda Gonzalez Samudio

Después del retorno democrático en 1983, los políticos y nosotros mismos, decidimos consumir la idea de que la recuperación institucional iba a solucionar todos los males del país. No cabe dudar que solucionó muchos de ellos y de los más graves, pero otros tantos quedaron pendientes, siempre irresolutos, eternamente por hacer.
Los grandes partidos y las dirigencias no pudieron hacer nada por redistribuír la riqueza, por mejorar el sistema educativo, por combatir el narcotráfico, por evitar que mas y mas personas vivan en condiciones marginales, y etcéteras varios.
Los partidos probaron con recambios dirigenciales, a ver si la camada siguiente era menos corrupta, o menos incapaz, o más técnica, pero la cosa siguió más o menos igual. Pasamos de economistas ortodoxos a heterodoxos, de caudillos provinciales con estilo Isidoro Cañones a presidentes serios y pacatos, y fuimos por ejemplo en materia de seguridad, de ministros de matriz represiva a otros claramente abolicionistas, siempre sin resultado alguno.
Para 2001, decidimos que se tenían que ir todos, y salimos a las calles a golpear cacerolas y de paso algún economista pasado en años y algún diputado poco conocido suelto, con el estandarte de renovar toda la clase política. Fuera todos, ninguno sirve.
En algún momento ese proceso se detuvo, se congeló, la sociedad quedo expectante tratando de entender, y si bien la fuerza del reclamo se desinfló, siempre queda latente alguna nueva “asonada” social. ¿Por qué? Sencillo, porque lo que esta en crisis no es meramente una camada dirigencial, ni los partidos políticos como tales, ni toda la clase política. Lo que esta en crisis es ni más ni menos que la democracia representativa.
Me refiero a ese concepto que se traduce en la Constitución con la frase: “El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes”. En idioma mas mundano: “flaco vení, vota representantes cada dos años y el resto del tiempo no rompas mucho las pelotas”.
Este fenómeno lejos de ser local, empieza a manifestarse aisladamente, pero de manera global. Cada vez son más las manifestaciones sociales callejeras que exigen otro tipo de participación ciudadana en las decisiones. De la observación de estos hechos se han acuñado términos tales como “postdemocracia” o “contrademocracia”, en el afán de los sociólogos por demostrar que puedan darle nombres marketineros a los fenómenos que observan y describen.
Lo que se esta produciendo a nivel social no es postdemocracia, porque la democracia no ha sido superada ni destronada como sistema, sino que ha fenecido una de sus variantes en su versión estricta, la democracia representativa. Ni tampoco es contrademocracia porque nadie en sus cabales busca un sistema opuesto al presente, sino la profundización del mismo. En todo caso, la búsqueda de otro tipo de representación democrática, mas controlada, y de un esquema de participación social en las decisiones trascendentales, decididamente mas activo.
El sistema es entonces el que esta saturado y en violenta crisis. Por supuesto que hay formas de remediarlo para dar un papel mas activo a la ciudadanía. Bastaría por ejemplo que los representantes del pueblo en el Congreso fuesen elegidos de a uno o dos por circunscripciones electorales, y no una lista completa por distrito. Esto incrementaría la necesidad del representante que defender activamente los intereses locales mas que los generales, si aspira a ser reelecto, y es más, si aspira a poder dar la cara frente a sus propios vecinos cuando salga a comprar una gaseosa al supermercado chino de a la vuelta.
Además la búsqueda de votos se produciría en él cara a cara, puerta a puerta, las propuestas estarían a la mano, y los electores podrían acercar las suyas y pedir que se incluyan en la plataforma a condición de entregar su voto. Esto en cuanto a la elección de representantes, lo cual nos acercaría a una manera más evolucionada en la elección de los mismos.
Respecto de las grandes decisiones a nivel provincial o nacional, podría implementarse un sistema de consulta popular obligatoria frente a determinadas temáticas que haga imprescindible solicitar la opinión del pueblo periódicamente. Es cierto que el mecanismo que requiere una elección de este tipo, un par de veces por año, por ejemplo, puede ser muy costoso, pero la evolución de las sociedades lo requiere. También es cierto que muchos serán los se cansen de ir a votar periódicamente y entonces merme sustancialmente la cantidad de electores a medida que decaiga el entusiasmo. Pero el canal de participación estará abierto, y es lo que vale.
En definitiva, esta mas que claro que lo que esta en crisis es el sistema, no el democrático, sino el representativo. Sin ir a una democracia directa a la ateniense, se puede evolucionar hacia un tipo de participación más activa que permita descomprimir el sistema y por ende esta siempre latente efervescencia social.

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