viernes, 14 de septiembre de 2007

AUSENCIA DE ESTADO Y DEVENIR SOCIOLOGICO (Tercera parte)

ACTITUD SOCIAL
Frente al estado de situación descrita el cuerpo social carece de actitudes uniformes frente al delito, ensayando, en principio, una defensa aislada, que puede ir variando entre la autodefensa, la protección colectiva limitada, la protección colectiva marginal, la resignación, o la prevención sui generis.
La defensa aislada es llevada a cabo por aquellos individuos no resignados a ser objeto del delito o de la anomia. Así crea su propia escala de normas, donde la autodefensa supera los niveles legalmente aceptados, y en pos de esa escala de valores personal, se provee de elementos presuntamente idóneos para enfrentar al delito: armas; alarmas, sistema de seguridad, rejas, etc.
Pero el contexto del defensor supra legal es complicado. Suele excederse en su legítima defensa, ser mas agresivo de lo legalmente aceptado y llegar a sentir que personifica una especie de héroe de historietas. El ejemplo mas acabado es el del ingeniero Santos, aquel que hace unos años persiguió y asesinó a dos individuos que le habían robado el pasacasette de su automóvil. Era el robo 14 que sufría Santos. La desprotección estatal lo llevó a armarse, y a defenderse por fuera de los límites legales: los agresores no tenían armas de fuego y Santos si, los persiguió a lo lego de madia hora hasta que les disparó a matar y todo por un reproductor musical. Lógicamente, aquel al que los medios llamaron “justiciero” terminó en prisión, generando además un impacto social poco recomendable: el que se defiende sufre la represión del sistema mas que el delincuente. En los hechos no es así, Santos se transformó en ese momento en un delincuente más peligroso aún que sus ofensores, pero hechos como acentúan la sensación de anomia.
La otra variante es aquel que se arma para procurar su defensa pero no esta condición psíquicas o físicas de utilizar ese arma, por lo cual no existiendo disposición clara para herir o matar al prójimo y el entrenamiento adecuado para ello, quien utiliza el arma suele provocar consecuencias mas graves aún para sí y para terceros. Se multiplican los casos de personas que pretendieron defenderse exhibiendo un arma de fuego, y solo consiguieron una respuesta aún mas violenta por parte de los delincuentes.
La protección colectiva limitada se da entre grupos de individuos que viven en territorios próximos y cuyo espacio vital por determinadas condiciones dadas, esta mas expuesto que otros al delito. Supongamos un barrio del Gran Buenos Aires. Los individuos se organizan para su autodefensa, se avisan, se mantienen en contacto con las fuerzas estatales, diagraman esquemas de arribo nocturno y salida diurna, colocan seguridad privada, etc. Todo este esquema tiende a fallar sistemáticamente. Principalmente porque los individuos carecen de nociones prácticas y teóricas de seguridad. En segundo término porque aún cuando el plan elaborado sea bueno, no cuenta con la adaptabilidad necesaria para cuando los agentes delincuentes se adapten al sistema. En tercer lugar porque, cuando utilizan servicios de privada, insertan en el medio agentes sociales distintos a los que habitan ese espacio territorial, muchos provienen de sectores lindantes con la misma delincuencia y en algunos casos, son quienes generan los hechos delictivos a posteriori. Pero por fin, y principalmente, fracasan porque el sistema represivo o preventivo, termina dependiendo exclusivamente de las fuerzas estatales que tienen decidido no actuar o hacerlo de forma ineficiente, por lo cual todo el esquema fracasa. Cuando el sistema vecinal detecta a un delincuente y da aviso a la policía y esta no acude, o cuando se produce un robo y no se investiga, o un secuestro y el Estado recomienda el pago del rescate, el sistema de defensa vecinal fracasa y gradualmente se diluye, es abandonado por los mismos sujetos que lo generaron.
Los grupos humanos también pueden optar por la protección colectiva marginal. Llamamos así a aquel sistema de autodefensa que incluye el uso de armas no permitido por la ley, un sistema de represión del delito reservado por la ley al Estado y otros elementos no regulares, creando un derecho propio, paralelo al estatal.
El fracaso de estos sistemas no se encuentra en su efectividad, que puede tenerla o no. Reside básicamente en que surge un nuevo grupo de poder marginal a Estado de Derecho que compite también con el poder estatal. Persigue y reprime al delito sin límites, ejecuta a los supuestos ofensores sin garantías procesales, hace desparecer la calidad de sospechoso al punto de aplicar “condenas” a cualquiera que vaya más allá de sus cánones de aceptabilidad, etc. En pocas palabras, es un tercer poder paralelo con ambiciones de imponerse sobre los otros dos, terminan conformando lo que suele denominarse “escuadrones de la muerte”. Los grupos paramilitares colombianos son el ejemplo mas claro de esto. Combaten a la guerrilla narcotraficante, pero también contra las fuerzas regulares del Estado que deben reprimirlos porque su esquema normativo no puede prevalecer en una democracia. Pasa también en Brasil, con menor intensidad, y ha ocurrido en diversos estados.
La resignación suele producirse también en buena parte del cuerpo social ante la anomia y la ausencia de Estado. Los individuos se someten al delito, esperan mansamente que “les toque a ellos”, y en muchos casos la ausencia de precauciones adecuadas, los termina poniendo en la mira del delito cuando no necesariamente serían objetos de este. En realidad esta es la situación de buena parte de este cuero social atomizado producto de la anomia. En tal situación quedan siempre los desamparados, como los ancianos, los niños y los trabajadores de bajo poder adquisitivo.
Por fin la prevención sui generis también tiene sus bemoles. La ejecutan individuos no resignados, pero tampoco agrupados, ni instruídos sobre cuales son las medidas de seguridad adecuadas para enfrentar al delito. Entonces toman precauciones ineficientes, pero legales, y enfrentan reiteradamente el fracaso de esas medidas, cambiándolas permanentemente y sin rumbo en su afán por evitar ser víctimas.

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