sábado, 8 de septiembre de 2007

AUSENCIA DE ESTADO Y DEVENIR SOCIOLOGICO

*Por Horacio Minotti

La explicación encontrada a la existencia del Estado, como máxima expresión de la convivencia social esta dada por lo que se ha denominado contrato social. La teoría del Estado se basa en la existencia ideal de un acuerdo implícito entre los individuos, para ceder a un superórgano que represente la voluntad, al menos de las mayorías, sino de todo el conjunto; una serie de facultades que en principio corresponden a cada persona. Uno cede una porción de su libertad de contratación, para que el Estado regule en esa materia normas de orden público que no pueden alterarse por voluntad de las partes, o cede una porción de su derecho de propiedad para permitir que el estado le cobre impuestos y proceda a la redistribución equitativa del producto social, o al menos esa es la idea.
Una larga serie de derechos es cedida en forma parcial al Estado para que los administre y/o regule, y casi ninguno o ninguno, dependiendo de quien lo interprete, se ejerce a pleno. Sin embargo existe un derecho que se cede en su totalidad, que es el derecho al uso de la fuerza. Previo a la existencia del Estado, el uso de la fuerza era administrado por los individuos, en la ejecución de venganzas privadas frente a ofensas de distinta índole; por los clanes, las tribus, etc. o de acuerdo a sus necesidades funcionales. Si una tribu poseía alimentos y otra no había podido generarlos, la tribu sin recursos aplicaba la violencia sobre la tribu con recursos a efectos de procurarse los alimentos en una especie de justicia social sui generis a interpretación del necesitado.
Solo eso, el derecho del uso de la fuerza es cedido en su totalidad al Estado por parte de cada uno de los individuos de una sociedad, quedando así por sentado que es el Estado quien ejerce el monopolio total y absoluto del uso de la fuerza legítima, de forma tal que las venganzas, los hechos de justicia, el control de las conductas reprochables, etc, pasan por la exclusivas manos del poder estatal.
Esto lo describe con precisión meridiana Thomas Hobbes, autor del El Leviatán, libro donde describe una sociedad que el llama “en estado de naturaleza”, donde el hombre funciona como “lobo del mismo hombre”, hasta que un acuerdo superior entre un grupo de hombres hace surgir la voluntad de la mayoría mediante este monstruo llamado Leviatán que impone su fuerza sobre todos, pero con acuerdo de todos. Este pensador inglés de fines del siglo 1400 d.C. fue evolcionando luego de la mano de Jhon Locke, también inglés, Descartes, Jean Jacques Rousseau, en Francia, y mas recientemente Jhon Rawls y Robert Nozick en los Estados Unidos.
Pero la idea es siempre la misma, el Estado se sustenta en un contrato social por el cual todos los ciudadanos ceden parte de cada uno de sus derechos plenos para que estos sean regulados, salvo el derecho al uso de la fuerza que es cedido en su totalidad y ejercido plenamente, solo por el Estado. Por eso el monopolio del uso de la fuerza es la condición sine qua non para la existencia misma del Estado como tal. Sin tal monopolio no hay Estado.
Cuando el Estado abandona esta potestad deja de existir, y cuando lo hace solo en determinados sectores del territorio, cede su existencia en esas porciones. Para ser mas claros. Por determinadas cuestiones que no vienen al caso, el Estado colombiano perdió el monopolio del uso de la fuerza en el sector del país que la narcoguerrilla denominada Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) llama “zona liberada”. El Estado en esa región no es el internacionalmente reconocido, sino que de hecho es otro, que genera sus propias normas y regulaciones impuesto por las FARC.
La ausencia de Estado esta relacionada en algunos casos con la teoría económica enunciada por Jürgen Habermas en su obra “Problemas de Legitimación en el Capitalismo Tardío”, que podrían enunciarse en este caso como “Problemas de Legitimación en la Democracia Tardía”. Las democracias en tiempos de posdemocracia generan en algunos casos un descreimiento social respecto de sus efectos, simplemente por ser extemporánea al resto del mundo o al menos al mundo que se observa desde los países tardíos, como toda América Latina.
Frente a estos datos políticos se desencadenan dos datos sociológicos. Uno es la producción de anomia social y otro es el paralelismo en la forma de construcción identitaria.

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