jueves, 1 de noviembre de 2007

"YO NO FUI, NADIE ME VIO, NO PUEDEN PROBARLO..."

*Por Horacio Minotti

La frase se la adjudican a Bart Simpson, pero bien puede haber salido de la boca de Mauricio Macri, nuestro Bart local. El mayor de los hijos de Homero en la prolongadísima serie de dibujos norteamericana, suele llevar a cabo travesuras de las complicadas y desentenderse de las mismas. El Jefe de Gobierno porteño electo manda a su partido a participar de elecciones, pero cuando pierden dice que el no tuvo nada que ver. ¿Si hubiesen ganado tampoco habría tenido nada que ver?

Macri declaró en el día de ayer que el no participó en la contienda electoral, que no tiene responsabilidad ni participación alguna en la contundente derrota sufrida por PRO el domingo pasado, y que, los que perdieron fueron los demás.

Notorio esto. No sólo porque la estrategia de no presentar un candidato presidencial competitivo le pertenece en exclusiva, sino además porque acompañó la decisión de no llevar ningún candidato en la Provincia de Buenos Aires. Pero no solo eso. Además participó como protagonista exclusivo de los spots publicitarios en los que se llamaba a votar tanto por Francisco De Narváez, como por Carlos Melconian y Federico Pinedo. Además dirigió una carta a los argentinos invitando a votar PRO, que fue publicada en todos los diarios y firmada por el mismísimo Mauricio.

Serias dificultades todas estas para desentenderse de la derrota de ese modo. De todas formas, parece ser una línea de conducta. Cuando la policía neuquina asesinó al maestro Carlos Fuentealba y Jorge Sobisch quedó mal parado frente a la ciudadanía, Macri lo mando al muere pese a que era, hasta ese momento su mas cercano aliado, incluso se hablaba de una interna abierta entre ellos para definir el candidato presidencial, lo cual le trajo varios enfrentamientos con Ricardo Lopez Murphy, su socio en PRO; que detesta a Sobisch.

Pero Macri le soltó la mano abiertamente y sin tapujos. Es un estilo, como el de dejar fuera de la posibilidad de ser funcionario porteño a Eugenio Burzaco, mas allá que hace años que lo acompaña y diseña las políticas de seguridad que Mauricio exhibe en las campañas.

Parece que el que sonríe y baila sobre el escenario es Mauricio, ese simpático émulo de Isidoro Cañones, tan votado hace un par de meses, y tan poco votado este último domingo, por el mas que volátil electorado porteño.
Pero el que aumenta los impuestos como el ABL, el que se desentiende de las derrotas, el que deja de lado a los amigos y aliados, el que no va a los bunkers el domingo de elecciones después de la derrota, cuando si hubiese habido victoria la hubiese asumido como propia, ese es Macri.

Lo que pasa es que lo cierto, es que Mauricio es Macri

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