domingo, 1 de abril de 2007

LA SEGURIDAD: UN DEBATE SIN LA GENTE

* Por Horacio Minotti

El problema de la inseguridad en la Argentina, que afecta a todos los estratos sociales, pero especialmente a las clases trabajadoras mas necesitadas, no puede encontrar una solución porque ha caído presa de un debate tecnocrático que impide tomar medidas eficaces, preventivas, de fondo o de coyuntura.
Entre la "seguridad hipersancionatoria" de Juan Carlos Blumberg y el séquito de técnicos que lo secundan partidarios de un sistema de incremento de penas, acumulación de las mismas, limitación de las excarcelaciones, etc; y la "seguridad hiposancionatoria", de aquellos abolicionistas que creen que el derecho penal no debiese existir y bregan cada día por minimizarlo un poco mas, parece no haber nada.
El primer problema de este debate es su carencia de calidad democrática, de uno y otro lado. Tecnificar la cuestión de la seguridad, que atañe a cada uno de los ciudadanos es un rasgo autoritario y preocupante porque inhibe al ciudadano común de formar parte de la construcción de su propio bienestar.
Desde los dos sectores se indica al ciudadano que deje la cuestión en manos de los sabihondos de turno, y entonces, de acuerdo a los vaivenes políticos, las orientaciones en la materia se determinan de acuerdo al grupo que impone su presencia mediática.
Si un grupo de secuestradores acaba de terminar con la vida de un joven, los apóstoles de la mano dura se suben sobre la espalda del padre de la víctima y lo utilizan para indicarle a la gente que a partir de allí si se incrementan las penas, sus problemas se verán resueltos a la brevedad.
Claro que si la actualidad indica que un policía mal entrenado, mal pago y sin control psicológico, maltrata o directamente asesina a un inocente, allí se hacen presentes los impulsores del abolicionismo, para impulsar la liberación de presos, declarar inconstitucional la prisión preventiva o reformar el Código Penal, reduciendo todas las penas previstas, aún para los delitos mas aberrantes, informándole así a la sociedad que el derecho penal no soluciona nada y que habría que tomar medidas de fondo como mejorar la educación, el sistema de salud y la contención social.
Así, mientras los tecnócratas de uno y otro sector se cruzan acusaciones de anticuados e ineficientes, ambos demuestran ser ambas cosas. Declarar inconstitucional la prisión preventiva resulta hasta ahora, tan ineficaz y tan anacrónico, como acumular penas o limitar las excarcelaciones. Y esta a la vista. Las reformas Blumberg a la ley penal y procesal realizadas bajo la atenta mirada del ingeniero, pero diseñadas por los tecnócratas de la "seguridad hipersancionatoria", no disminuyeron un ápice los delitos ni la sensación de inseguridad. Demás esta decir que liberar presos por falta de lugar en las cárceles tampoco.
Es que el debate académico esta dejando de lado un sistema distinto y equilibrado, realmente moderno, impuesto en el mundo desarrollado, vinculado con la protección de los derechos civiles, la participación ciudadana en estrategias de seguridad, las medidas de prevención para paliar la coyuntura y las previsiones de largo plazo para resolver el fondo del problema.
A esta altura la seguridad no puede ser un tema privativo de los técnicos, puesto que las víctimas no lo son. Los especialistas pueden generar los mecanismos, pero a partir de los requerimientos sociales a través de un esquema sólido de participación.
Por apuntar a situaciones puntuales como mero recurso ejemplificativo: muchos grupos sociales de espacios territoriales determinados han diseñado sus propios esquemas de seguridad vecinal, al margen de la policía, y han resultado infinitamente mas eficaces que esta. Cuanto más podrían serlo si el Estado consiguiese articular los mecanismos para que vecinos y policías elaborasen una estrategia conjunta, basada en la colaboración para la prevención.
Otro ejemplo es la urbanización y reprogramación edilicia de las villas de emergencia. No por pobres, sino por su diseño urbano estos espacios son la panacea de la delincuencia organizada que encuentra refugio donde los móviles policiales no pueden acceder por imposibilidad física. Su urbanización con un trazado de apertura de calles expulsaría de allí a los delincuentes.
Las medidas preventivas son imprescindibles porque llegan antes que el delito. Los hipersancionadores no comprenden que la efectividad de sus posturas encuentra el límite en el propio sufrimiento social. De poco vale un castigo feroz cuando ya se perdió un hijo o han violado a tu esposa. La sanción cumple en ese caso una sola de sus funciones que es la de satisfacer la humana necesidad de castigo, cuya aplicación obra en manos exclusivas del Estado. Pero esta inmensamente lejos de evitar la laceración que provoca en el cuerpo social cada homicidio, cada secuestro, cada violación.
Tampoco tiene valor el esclarecernos de la mano de los hiposancionadores, sobre que esta cuestión verá su fin cuando todos accedan a la educación y la salud. El camino de la prevención y de la seguridad ciudadana participativa ha sido abandonado en el marasmo de la tecnocracia penalista, que lejos de aportar soluciones a quienes sufren los problemas, nos alejan cada vez mas de ellas, porque mientras el debate se expande los problemas lo hacen con él.

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